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Al llegar de un viaje a Brasil a principio de agosto, cuando formalizó la entrada de Venezuela al Mercosur (Mercado Común del Sur), Hugo Chávez anunció la intención de varias empresas internacionales de instalarse en su país. Para el presidente, son los primeros resultados de un esfuerzo de adhesión que, según relata, comenzó antes de su ascensión, en 1999.
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Chávez reunió a su equipo, aún en la base aérea de Maiquetía, para anunciar que la estadounidense General Motors, las japonesas Yamaha y Samsung y la francesa Renault pretendían abrir fábricas en su país. Recordó las conversaciones que tuvo, tras su primera elección, con los ex presidentes Carlos Menem, de Argentina, y Fernando Henrique Cardoso, de Brasil. “Dije que deseaba ver a Venezuela afiliada al bloque”, declaró. “Pero la respuesta fue fría. Solamente con las victorias de Lula y de Kirchner se creó una correlación de fuerzas favorables a la integración y los cambios.”
El primer protocolo de postulación al Mercosur fue firmado en 2006, pero hubo fuerte oposición del parlamento brasileño. La aprobación vino sólo en 2009, tras mucha negociación entre oficialistas y opositores en el Senado. Argentina y Uruguay ya habían superado esa etapa. La aceptación de Venezuela, sin embargo, fue frenada por diputados y senadores de Paraguay, a pesar de tener el apoyo del presidente Fernando Lugo. Como todas las decisiones en el organismo regional son tomadas en consenso, se instaló una disyuntiva.
La destitución del mandatario paraguayo, por ironía, acabó facilitando el proceso. Suspendidos por el quiebre de la cláusula democrática, los guaraníes perdieron provisoriamente el derecho a voto y veto en el Mercosur. Bastó con el consenso de los tres demás integrantes para que la adhesión venezolana fuese avalada.
“No éramos miembros del Mercosur debido a la oposición sistemática del Congreso paraguayo”, resalta Maximilien Arvelaiz, embajador venezolano en Brasil. “Los parlamentarios que boicoteaban nuestra adhesión son los mismos que dieron el golpe contra Lugo.” Cumplida esa etapa, sin embargo, nuevos problemas comenzaron a surgir.
La Fedecámaras (Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela), la Conindustria (Confederación Venezolana de Industrias), la Favenpa (Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores), algunas de las principales entidades empresariales, de perfil opositor, se muestran vacilantes con relación a esta novedad. Los argumentos son parecidos: todos se quejan de que las empresas nacionales, con excepción de la PDVSA, no tienen competitividad, encontrarán dificultades para competir en el Mercosur y perderán aún más espacio en el mercado local.
El gobierno prometió crear un fondo para mejorar la capacidad de producción, con un aporte inicial de 500 millones de dólares. Venezuela anunció su primera exportación en el régimen del Mercosur, el último 8 de agosto. Se trata de una carga de 82 mil toneladas de vasijas de vidrio destinadas a Brasil y Argentina, fabricadas por la estatal Venvidros (Empresa Venezolana del Vidrio).
Cambio
El ingreso en el Mercosur, no obstante, fue sólo el hecho más reciente en un giro radical de la política internacional venezolana. En el inicio de su gobierno, en 2000, Chávez dio su primer paso en las relaciones internacionales al promocionar, en Caracas, la 2ª Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo). Por primera vez, estuvieron juntos en Venezuela los presidentes de Argelia, Indonesia, Irán, Nigeria, Qatar, Emiratos Árabes, Irak, Libia y Kuwait. Este encuentro fue decisivo para controlar la oferta mundial de petróleo y forzar el aumento de su precio en el mercado mundial.
“A pesar de ser uno de los países fundadores de la Opep, Venezuela estaba volteada a la Europa Occidental y a los Estados Unidos”, destaca Arvelaiz. “A partir de esta conferencia, el gobierno expandió sus relaciones internacionales, rompiendo progresivamente con la dinámica dictada por los intereses de las potencias occidentales. El bajo precio del petróleo arruinaba a las naciones productoras, beneficiando solamente a las multinacionales y a los países consumidores.”
A Chávez le gusta decir que trabaja “por un mundo pluricéntrico, multipolar”. El alcance de sus iniciativas, además de la Opep, se expandió además a las alianzas duraderas con Irán, Bielorrusia, Rusia y China. Venezuela mantiene con estos países crecientes relaciones comerciales, además de acuerdos financieros, proyectos industriales y pactos de cooperación militar. Pese a la mantención de los Estados Unidos como un gran cliente, especialmente en la compra de petróleo, el objetivo del gobierno ha sido la máxima diversificación de sus socios.
América Latina
Pero el enfoque principal de esa estrategia se concentra en América Latina. “Todas las iniciativas regionales que estamos ayudando a construir – Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), Alba (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América), Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) – son espacios para consolidar un bloque integrado y soberano”, explica Arvelaiz.
El Alba quizás sea la más audaz envestida del mandatario venezolano, propuesta en la 3ª Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, también a principio de su gobierno. “El modelo neoliberal no puede ser la base de nuestra integración”, argumentó en aquella época. “Queremos un modelo que nos integre de verdad. O nos unimos o nos hundimos.” La alianza, fundada en 2004, es integrada por Venezuela, Cuba, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, República Dominicana, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda.
Este pacto proporcionó la creación de empresas comunes, además de una zona monetaria regional. Parte de las relaciones comerciales entre los países miembros ya es hecha a través del sucre, moneda contable común a este grupo de países. Al contrario de otros bloques, el Alba no tiene como pilar la liberalización comercial o aduanera, pero sí el intento de establecer un mecanismo de auxilio mutuo en la economía, las políticas sociales y el intercambio cultural. En su al rededor se agrupa lo que se podría llamar de “núcleo duro” de los gobiernos aliados a Chávez.
Brasil
Aunque sin participar de esa asociación, Brasil también es uno de los grandes socios del presidente venezolano. La balanza comercial entre los dos vecinos, según datos del ministerio brasileño de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, creció un 300% en los últimos 14 años, pasando de US$ 1,46 mil millones en 1998 a US$ 5,8 mil millones en 2011.
Brasil tiene ventaja, porque tuvo sus exportaciones multiplicadas por seis en ese período, alcanzando la suma de US$ 5,15 mil millones en 2008. Otro marco histórico: Brasil pasó de quinto a tercer mayor proveedor de productos al país caribeño, siendo superado solamente por Estados Unidos y Colombia.
El petróleo y sus derivados representan el 65% de las ventas de Venezuela a Brasil. Las demás exportaciones son derivados de aceite crudo, aluminio, hierro, acero, minerales y energía eléctrica. Venezuela, a su vez, compra de Brasil especialmente productos alimenticios, como azúcar, carne bovina y de pollo, huevos, café y granos. Con el incremento de la cooperación brasileña en la agricultura venezolana, máquinas, tractores, camiones y neumáticos también aumentaron su participación en el mercado del país vecino.
Además de las relaciones comerciales, las inversiones de empresas brasileñas dedicadas a importantes obras de infraestructura también tuvieron un aumento significativo. Estos proyectos están concentrados en la construcción de viviendas, plantas siderúrgicas, sistemas de irrigación agrícola y refinerías. Algunas de estas iniciativas son financiadas por el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social). Otras, por líneas de crédito privadas contratadas por las propias compañías inversoras.
También hay un gigantesco emprendimiento asociado en suelo brasileño. Impulsadas por los dos gobiernos, la Petrobrás y la PDVSA están juntas para construir, en el estado brasileño de Pernambuco, la Refinería Abreu e Lima. Pese al retraso del aporte venezolano y de dificultades para consolidar el financiamiento del proyecto, el plan, de a poco, va tomando cuerpo y puede convertirse en una poderosa sociedad en el refinado de combustible y otros derivados.
Con a adhesión de Venezuela al Mercosur, se estima que el desarrollo de esta integración se acelere e institucionalice. Una de las iniciativas que debe ser beneficiada es el Banco del Sur, idealizado por Chávez y por Lula como una sociedad entre los países de la subregión para el financiamiento de proyectos locales, a partir del depósito de parte de las reservas internacionales de las naciones firmantes. Otra jugada estratégica es el desarrollo de la infraestructura energética, combinando hidroeléctricas con plantas generadoras a base de hidrocarburos, especialmente gas y petróleo.
Traducción: Luciana Taddeo
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