Recién electo papa, el argentino Jorge Mario Bergoglio fue acusado de complicidad con crímenes cometidos en la dictadura cívico militar de su país (1976-1983). Arzobispo de Buenos Aires, el cardenal llegó a ser convocado para testificar en juicio sobre la desaparición de sacerdotes durante los años de terrorismo de Estado.
En su momento, la asociación Madres de Plaza de Mayo calificó a Bergoglio de “cómplice de la dictadura”. Según testigos, el cardenal habría facilitado el secuestro de los sacerdotes jesuitas Francisco Jalics y Orlando Yorio. La versión fue corroborada por el periodista Horacio Verbistky, autos de libros sobre los años de represión.
“[Él] era jefe de la Compañía de Jesús, a la cual pertenecían estos sacerdotes, y él en vez de protegerlos, les quitó la protección eclesiástica y pocos días después fueron secuestrados”, dijo el periodista a la televisión pública argentina en 2010.
“Él acusó a los sacerdotes desaparecidos de estar vinculados con la subversión y de haber desobedecido a sus superiores jerárquicos”, agregó, afirmando que la información está documentada en la cancillería argentina.
En 2011, Bergoglio llegó a ser citado para declarar sobre el plan sistemático de robo de bebés – nacidos en centros clandestinos de detención, durante la dictadura, y adoptados ilegalmente por otras familias, en su mayoría próximas a autoridades militares-, después de que testimonios aportaran que él estaba enterado de este tipo de crímenes.
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“¿Cómo es que Bergoglio dice que hace sólo diez años sabe del robo de bebés?”, cuestionó en una audiencia Estela de la Cuadra, que presentó al tribunal cartas de su padre al arzobispo, ahora papa, en las cuales pedía que éste intercediera en la búsqueda de su hija desaparecida, y de su nieta que nació en un centro clandestino de prisión y tortura de la dictadura.
Según la declaración de Alicia de La Cuadra, primera presidente de la asociación de Abuelas de Plaza de Mayo, durante la búsqueda de su nieta, Bergoglio le habría dado una carta en la cual decía que el obispo argentino Mario Piqui intercedería en el caso. Después del contacto con autoridades policiales; en tanto, el obispo habría afirmado que la niña estaba viviendo con un “matrimonio bien” y que la supuesta adopción ya no tendría “vuelta atrás”.
Más allá de los indicios de que sabía del robo y apropiación ilegal de menores, Bergoglio debería declarar acerca del secuestro de religiosos durante la represión. Según la prensa local, en declaraciones de cerca de cuatro horas, el cardenal afirmó que se reunió con integrantes de la junta militar que gobernaba el país – Jorge Rafael Videla y Emilio Eduardo Massera- para pedir la liberación de los sacerdotes.
En entrevista a la televisión pública argentina, el periodista Verbitsky afirma que en la audiencia, Bergoglio negó afirmaciones concedidas a él en una entrevista.
Según el reportaje, el nuevo papa dio a el periodista detalles sobre una isla llamada El silencio, en el delta del Río Tigre, que habría sido vendida en 1979 por el episcopado argentino a la marina, con el objetivo de servir como centro clandestino de prisión. “[Él] negó algunos hechos que yo tengo claramente documentados”, dijo el periodista.
En audiencia sobre crímenes cometidos en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), centro de detención clandestino de la dictadura, la ex detenida María Elena Funes relató que el arzobispo de Buenos Aires tenía prohibido a uno de los jesuitas de actuar como padre en la región de Bajo Flores, en el sur de la capital argentina, por razones ideológicas.
Bergoglio fue denunciado por primera vez por complicidades con crímenes de la dictadura en 1986, en el libro Iglesia y Dictadura, escrito por Emilio Mignone, autor defensor de los Derechos Humanos que tiene a su hija desaparecida.
*Con información de diarios locales.