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Las arboladas calles California, Madrid, Paris y Londres forman, junto a la avenida Rio de Janeiro, una de las regiones más ricas de Baruta, municipio del estado de Miranda, que integra el Distrito Metropolitano de Caracas. Las Mercedes, nombre de esa localidad, es conocida por concentrar los mejores restaurantes de la región y una vida nocturna muy activa, además de bellísimos edificios residenciales.
Allí viven parte de los venezolanos que pertenecen a las clases A y B, que representan el 3% de la población. A diferencia de las zonas más humildes, en los muros de este distrito no hay ninguna mención a Hugo Chávez, Che Guevara o Simón Bolívar. Allí, la revolución propuesta por el presidente venezolano no tiene adhesión.
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El rechazo al gobierno es evidente en cada elección. Fue gracias a los votos de la circunscripción 2 de Miranda, que abarca Baruta y otros tres municipios, que la diputada María Corina Machado, de la oposición, logró los impresionantes 235.259 votos (41,93% del total), un récord en las legislativas, según el CNE (Consejo Nacional Electoral). Luis Díaz Laplace, del oficialista PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela), obtuvo solamente 43.550 votos (7,76 %).
Baruta es también un reducto del candidato opositor a las elecciones presidenciales por la MUD (Mesa de Unidad Democrática), Henrique Capriles, que gobernó el municipio desde 2000 a 2008 y posteriormente gobernó Miranda. “Acá él va a ganar la mayoría de los votos, pero no será suficiente”, lamenta el empresario Luis Rodríguez, de 29 años, mientras bebe una copa de prosecco en la Sabu, una de las discotecas más refinadas de la capital. “Lamentablemente Chávez pudo hechizar a los más pobres, los puso en contra de nosotros.”
Su amiga Ana, diseñadora de indumentaria, 28 años, no se queda atrás. “Mi esperanza es que, aún ganando, él no pueda gobernar por mucho tiempo”, agrega mordazmente la morena de pelo largo y alisado, mientras acomoda, a la altura de las rodillas, el pliegue del vestido negro y extremadamente apretado, que combina con sus zapatos brillantes y de taco alto. “En poco tiempo él se va a morir de cáncer y abrirá espacio a otros”, dice, moviendo sus labios cubiertos de brillo.
Con la voz interrumpida por el alto volumen de la música electrónica, Ana afirma que la calidad de vida empeoró mucho desde la llegada de Chávez. “Hay más violencia. Secuestros y robos son cosa de todos los días. Ya perdí tres blackberrys”, ella cuenta. Los celulares de esta marca, son una fiebre en el país. Cuestan cerca de 400 dólares cada uno, y son usados por más de 1,9 millones de venezolanos, un récord mundial de ventas per capita de la empresa canadiense que lanzó el aparato.
Rodríguez pronto se suma a la queja de la amiga, declarando que camina con miedo por las calles de la ciudad. “Cuando alguien llega en la puerta de la Sabu y se encuentra con aquel mono, ya cree que será secuestrado”, arremete el empresario, sin pelos en la lengua, refiriéndose al guardia privado de la discoteca, un negro de más de 1,90m. Al rededor del empresario, cinco jóvenes de cerca de veinte años, vestidos con camisa formal y pelo peinado hacia atrás, bailan con entusiasmo. El más animado del grupo tiene en su mano un vaso de whisky Buchanan’s 18 años, 150 dólares la botella en el establecimiento.
El whisky, incluso, es otra de las explosiones de consumo en Venezuela. Según la asociación internacional del rubro, el país es el sexto mayor consumidor mundial de la bebida, con 9,3 millones de litros al año, y el mayor de América Latina. Pero si el ron es considerado una bebida típicamente venezolana, ¿por qué la preferencia por el whisky? “Porque nosotros podemos”, contesta Rodríguez, a carcajadas.
En la discoteca, los primeros segundos de “Gonna get your love”, cantada por la italiana Jenny B., incendian la pista de baile. Caminando casi invisibles entre los jóvenes, los meseros apuntan con dificultad los pedidos. “Sí, siempre tuvimos una escena nocturna vibrante”, cuenta el empresario. “Es bien parecida a la de Miami, do you know what I mean?” El empresario aprovecha el ímpetu y cuenta que frecuentemente viaja a los Estados Unidos, pero que nunca visitó otra nación latinoamericana.
Nueva clase media
Rodríguez y Ana son parte del 3% de la población, de clase alta, que odia a Chávez, como el peor de sus enemigos. Este porcentaje disputa con el presidente la influencia en el 17% que compone los estratos más bajos de las capas medias, agrupados por expertos como la clase C. Muchos de estos venezolanos fueron directamente beneficiados por las políticas sociales de la actual gestión, pero ya no son más atraídos, por ejemplo, por programas de vivienda o alimentación. Y van haciendo propias las expectativas y valores de las clases más altas.
Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), el segmento de la población que se ubica sobre la línea de pobreza pasó del 49,6%, en 1998 (11 millones de ciudadanos) al 68,1%, en 2011 (19,5 millones), un aumento que abarca cerca de 8,5 millones de venezolanos. La línea divisoria es un ingreso domiciliario igual o superior a 3.6 mil bolívares, poco menos de 840 dólares.
Este monto agrupa al 3% de la clase alta, el 17% ubicado justo abajo y casi un 50% compuesto por la baja clase media y trabajadores que, en su mayoría, apoyan al proyecto liderado por Chávez. Uno de los reflejos de esta ascensión es el aumento de un 198% en las matrículas universitarias entre 1998 y 2011, haciendo de Venezuela el segundo país con mayor cantidad de alumnos en la enseñanza superior en América Latina.
El gobierno enumera otros cambios que atendieron directamente a la clase media. En el sector inmobiliario, resalta el fácil acceso a la propiedad, con la introducción del crédito inmobiliario a bajos intereses. Chávez también eliminó el IVA (Impuesto al Valor Agregado) de los automóviles y amplió el acceso al crédito de consumo: el número de clientes de tarjetas de crédito se duplicó entre 1999 y 2010, con una tasa anual de interés inferior al 30%.
En el sector alimenticio, el combate contra la especulación de precios de los productos de primera necesidad, como jabón y harina de maíz. Según el GIS XXI (Grupo de Investigación Social Siglo XXI), un 70% de la clase media venezolana dice haber sido beneficiado por el Mercal, la red pública de supermercados. Además de esto, cerca de 1,5 millones de venezolanos ingresaron a la Seguridad Social, un aumento del 400% desde 1999 a 2011.
“A los muy ricos no les importa qué presidente esté en el poder”, analiza Jesse Chacón, exministro de Comunicación venezolano y director del GIS XXI. “En realidad, ellos siguen ganando mucho dinero y saben que, si algo no les agrada, pueden subir a un avión cuando quieran. La cuestión es saber cómo se portará la nueva clase media, que ascendió durante el gobierno de Chávez, y es disputada ideológicamente por los ricos y el proceso. El resultado de esta disyuntiva decidirá la formación de una mayoría sólida para el avance de la revolución.”
Traducción: Luciana Taddeo
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