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Con una mochila en la espalda, un chico de 13 años abandona su casa en ruinas y sigue viaje por la costa venezolana. En el camino, emociona a las personas al narrar la tragedia que marcó su vida y, de esta forma, consigue ayuda para sobrevivir. Sin embargo, cada vez que repite su historia cuenta una versión distinta. Para algunos, dice que busca a su mamá; para otros, dice que ella se sacrificó para salvarlo, cuando no dice que es huérfano de padre. Las mentiras o verdades son conectadas por un hilo conductor: el trágico deslizamiento de tierra registrado en 1999 en el estado de Vargas, en Venezuela, que dejó miles de muertos y desaparecidos.
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La película “El chico que miente” (2009), de Marité Ugas, éxito de audiencia y uno de los seleccionados para el Festival de Berlín de 2011, es uno de los más recientes ejemplos del renacimiento del cine venezolano. Parte de esta transformación se debe a las nuevas políticas de incentivo a la producción cultural del gobierno de Hugo Chávez, declaradamente orientadas a la “ruptura con la dictadura de las películas estadounidenses”.
La calidad del cine local, según el cineasta y guionista Diego Sequera, cayó ostensiblemente en los años 90, tanto en cantidad de producciones como en su calidad. “Fue el boom de las películas identificadas con Hollywood, una forma de colonización a través del cine”, dice el venezolano, que trabaja en la Villa del Cine, el primer complejo de estudios y uno de los principales motores de la producción del país.
Ubicado en la ciudad de Guarenas, 33 kilómetros al este de Caracas, el emprendimiento fundado en 2006 ya produjo más de 500 películas – entre largometrajes, cortos y documentales. La mayoría aborda temas nacionales, especialmente íconos o momentos históricos. Lo que llevó Chávez a invertir recursos en este centro fue el hecho, según sus propias palabras, que “los ocho estudios más grandes de Hollywood se reparten el 85% del mercado mundial de cine y ocupan el 94% de la oferta cinematográfica en América Latina”.
Este nuevo perfil de cine fue motivo de críticas de cineastas y productores independientes, que consideran la Cineccità venezolana un instrumento más de la propaganda chavista. Solamente guiones identificados con la izquierda recibirían apoyo. Jonathan Jakubowicz, director que ganó reconocimiento internacional con la película “Secuestro Express”, de 2005, denuncia que la Villa del Cine sólo apoya las obras “que muestren la revolución como la solución de todos los problemas del país, o aquellas sobre historias con los líderes de la independencia, siempre desde la versión que defiende valores que pueden ser usados para celebrar la revolución bolivariana”.
“Ojala fuese verdad que la Villa del Cine se destina solamente a las películas inspiradas en la revolución”, contesta Sequera. “Pero no es así. Muchos opositores al gobierno trabajan allí. Adversarios abiertos del régimen, que tienen libertad total para crear.” Para el guionista, la crítica que debería hacerse es la forma de producción de algunas películas, aún muy influenciadas por el modelo norteamericano. “En 2005, el proceso de industrialización del cine empieza a cambiar las estructuras de producción audiovisual venezolana. No obstante, obras como ‘Miranda regresa’ y ‘La Clase’ traen un formato gringo, de superproducciones. Creo que debería haber más creatividad”, lamenta.
La primera película citada por Sequera cuenta la biografía de Francisco de Miranda, uno de los precursores de la independencia venezolana. Con 140 minutos de duración y un presupuesto de 2,32 millones de dólares, involucra a más de mil extras. “Miranda Regresa” fue grabado en Venezuela, Cuba y República Checa. Cuenta con una pequeña participación del actor y militante norteamericano Danny Glover, admirador público de Chávez. “La Clase”, a su vez, narra la historia de un joven violinista de origen humilde que se divide entre la carrera musical y la historia de Venezuela.
Junto a la Villa del Cine, fue creado el curso de la Escuela Nacional de Cine en la UCV (Universidad Central de Venezuela) y la Licenciatura en Artes Audiovisuales en Unearte (Universidad Nacional Experimental de las Artes). La Unearte, creada en 2008, es totalmente orientada a las artes, con cursos de teatro, danza, artes plásticas, música y, desde 2011, cine.
También en 2011, la Villa del Cine abrió el Centro de Formación Profesional. “Hay áreas en las que tenemos un sólo especialista. Eso podría funcionar cuando hacíamos uno o dos largos por año, pero no cuando estamos produciendo 10, 12 o 14 como ahora”, explicó Pedro Calzadila, ministro de la Cultura, a la época de la inauguración.
Traducción: Luciana Taddeo
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