Durante cuarenta años su nombre de pila estuvo enterrado. Se llamó Timoleón Jiménez y Timochenko. Los amigos y compañeros suelen llamarle cariñosamente Timo. Su firma, junto con la del ex-presidente Juan Manuel Santos (2010-2018), puso fin a un conflicto de medio siglo. Con la aprobación del Acuerdo de Paz, en 2016, concluía el mandato militar del tercer y último comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, fundadas bajo el liderazgo de Manuel Marulanda Vélez (1930-2008), nombre de guerra Pedro Antonio Marín, el 27 de mayo de 1964.
A pesar de enfrentar disidencias, las FARC se transformaron en un partido político que cambió de nombre sin alterar la sigla. Timochenko salió de escena para que regresara Rodrigo Londoño, elegido presidente de la asociación durante su congreso inaugural, realizado en agosto de 2017.
El exlíder guerrillero recibió al equipo de reportaje de Opera Mundi en su casa, en la capital del país, a finales de septiembre. Tenía una agenda ocupadísima, debido a la campaña para gobernadores, alcaldes y ediles. Las elecciones están previstas para el 27 de octubre y su partido presentó cerca de 300 candidatos a diversos cargos.
Sus presentaciones, no obstante, no se limitaban a la búsqueda de votos. Un fuerte esquema de protección, operado por excombatientes y financiado por el propio gobierno, revelaba que los riesgos de seguridad siguen siendo altos. La verdad es que casi dos centenas de militantes han sido asesinados desde la pacificación.
Londoño habló sobre el pasado, el presente y el futuro. Defendió enfáticamente el Acuerdo de Paz, sin escamotear severas críticas a los disidentes que resolvieron continuar o reanudar la lucha armada. Presentó también la línea política que propone su asociación, una unión de las fuerzas de izquierda y de todos los sectores defensores de la paz, como alternativa viable para derrotar al bloque conservador alineado con el gobierno de Iván Duque.
Opera Mundi: Buen día, señor Rodrigo Londoño. Voy a empezar preguntándole un poco sobre su vida, para que las personas en Brasil puedan conocer mejor quién es el actual presidente del partido FARC y quién fue el último jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. ¿De qué región del país es Ud. y cómo ingresó en la guerrilla?
Rodrigo Londoño: Buen día, muchas gracias por invitarme para esta conversación. Yo soy de Quindío, un departamento con tan solo doce municipios, en la región central del país. Era el principal productor de café, pero ahora su mayor actividad es el turismo. Mi familia es de una de esas ciudades, la Tebaida. Cuando yo nací, en 1959, era un pueblo agrícola y productor de café. Actualmente, la actividad principal es la ganadería. También se instalaron allí algunas fábricas hace unos veinte años, principalmente de vidrio y plástico.
Opera Mundi: ¿Cómo se vinculó a la guerrilla?
Londoño: Siempre tuve una preocupación por las cuestiones sociales. Éramos pobres, de origen campesino, pero en el pueblo teníamos un comercio, una tienda que vendía de todo un poco. Heredamos las consecuencias de la violencia de épocas conservadoras, de épocas anteriores, de las décadas de 1940 y 1950. Mi padre era un liberal que se hizo comunista. Era muy radical, un campesino analfabeto y luchador. Escuchaba sus críticas y cuestionamientos sobre lo que sucedía en el país. También oía mucho Radio la Habana, los discursos inflamados de Fidel Castro defendiendo la revolución. En la escuela, veía a los niños que llegaban sin desayunar, sin almuerzo, o las casas de los compañeros donde íbamos a hacer los deberes y nos dábamos cuenta de que no tenían ni para hacer una sopa. Ante todo eso, sensibilizado y leyendo mucho sobre la Revolución Cubana y sobre lo que sucedía en Colombia, pasé a admirar la guerrilla.
Opera Mundi: ¿La guerrilla actuaba en la región donde vivía su familia?
Londoño: Pasó por allí. Sufrió un golpe duro en aquella época por parte de un grupo paramilitar que les costó bastante caro. Las FARC estaban comenzando, se cometían muchos errores. Fui creciendo, me diplomé y comencé a tener más discusiones con mis compañeros que también tenían inquietudes políticas. Entonces, decidí ingresar en la Juventud Comunista.
Opera Mundi: ¿Esa era la trayectoria más común de los militantes en su generación? ¿Primero la Juventud Comunista y después la guerrilla?
Londoño: Sí. También tuvo mucho impacto la experiencia de Salvador Allende y el golpe militar de 1973 en Chile. Ese y otros elementos incidieron, de una u otra forma, para que me decidiera por la lucha armada. Ingresé en las FARC el día 3 de abril de 1976, cuando concluía la campaña electoral y la izquierda estaba abrigada en la Unión Nacional de Oposición, contra los liberales y conservadores. Yo tenía 17 años.
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Opera Mundi: ¿Se fue directamente a las montañas?
Londoño: De forma privilegiada, llegué a un campamento por la indisciplina de un campesino, entusiasmado con mi adhesión. Allí estaban Jacobo Arenas y Manuel Marulanda (fundadores de las FARC). No los reconocí y ellos usaban otros nombres de guerra. Marulanda era Honorio y Jacobo Arenas no recuerdo el nombre que usaba. Estuve allí quince días sin saber sus identidades. Para mí eran tan solo dos hombres mayores, haciendo algo en la vida. Nunca me iba a imaginar que cuatro o cinco años después estaríamos juntos en el medio de la selva, enfrentando bombardeos y corriendo para no ser ametrallados.
Opera Mundi: Y Ud. estuvo en la guerrilla desde 1976, hasta el Acuerdo de Paz en 2016. Son exactamente cuarenta años.
Londoño: Sí, estaba haciendo cuentas, no soy bueno con las fechas, entré a los 17 años y a los 57 firmé la paz.
Opera Mundi: ¿Se arrepiente Ud. de haber firmado la paz, considerando los asesinatos de exguerrilleros y los incumplimientos del pacto de La Habana que con tanta frecuencia denuncian?
Londoño: Las dificultades se presentan, pero hay que superarlas. Acabo de llegar del Atlántico, estuve en Barranquilla invitado por la Universidad del Atlántico. Tuve encuentros interesantes con un gran número de estudiantes universitarios. Después me reuní con personas de un pueblo próximo, en los alrededores de la ciudad. Fueron momentos muy bonitos, emotivos, en los cuales el pueblo nos agradece por el fin de la guerra. Todo eso indica que el acuerdo era el mejor camino a tomar y que acertamos al hacerlo. Hay muchas dificultades, pero disminuirán a medida que más y más personas apoyen ese proceso.
Opera Mundi: ¿Ud. no teme que esa situación de violencia, con casi ochocientos líderes sociales y casi doscientos excombatientes asesinados desde el Acuerdo de Paz, lleve a una situación parecida con la de la década de 1980? En aquella época, en 1985 también hubo un pacto con el gobierno, pero la política de exterminio contra militantes desarmados llevó a las FARC de regreso a la guerrilla.
Londoño: El escenario es totalmente diferente. Las posibilidades de que el acuerdo salga bien son mayores ahora. Podemos evaluar varios casos, casos simbólicos que demuestran la diferencia de circunstancia. Por ejemplo, el homicidio de Dilmar Torres, un compañero de la guerrilla, que estaba desarrollando su proyecto productivo para reincorporarse a la vida civil. Fue asesinado por el Ejército. Antiguamente, se escondería a los responsables y todo se mantendría en secreto. De esta vez todo el mundo supo quiénes fueron los responsables y esperamos que sean juzgados.
En la etapa de la Unión Patriótica, el partido que creamos después del acuerdo de 1985, había el asesinato de líderes sociales y dirigentes políticos, pero la sociedad ya se estaba acostumbrando, no molestaba a casi nadie, nadie iba a los entierros de las víctimas. Ahora es diferente, porque conseguimos cambiar la correlación de fuerzas y acorralar a los que quieren seguir usando la violencia para el ejercicio de la política, para solucionar los conflictos. La comunidad internacional lo acompaña todo y tenemos acuerdos que, potencialmente, pueden sentar las bases de la reconciliación.
(Carmenza Castillo/ NC Producciones)
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Opera Mundi: Algunos critican a las FARC por hacerse ilusiones con el Acuerdo de Paz. Dicen que habrían entregado las armas demasiado pronto, antes de haber obtenido resultados sólidos. ¿Cómo evalúa Ud. ese análisis?
Londoño: Hicimos el acuerdo que era posible, que era viable y que la correlación de fuerzas nos permitía. Sugerir un acuerdo sin entregar las armas era una utopía. Claro que inicialmente propusimos eso. Queríamos proceder como en los tiempos del gobierno Rojas Pinilla (1953-1957), cuando se firmó la paz sin que nadie entregara las armas, dejándolas guardadas solamente. Pero eso era en una coyuntura que lo permitía. Repetirlo ahora no sería posible. Además, ¿qué situación tendríamos con los elementos de descomposición existentes en la sociedad y en las organizaciones si dejáramos las armas por ahí, corriendo el riesgo de no poder controlarlas?
Opera Mundi: Pero Uds. consiguieron hacer el Acuerdo de Paz porque, entre otras cosas, tenían un instrumento de presión que era la guerra. ¿No cree Ud. que están, en este momento, con pocas condiciones de hacer presión para que se cumpla el pacto negociado en La Habana?
Londoño: Lo que hicimos no fue una entrega, sino un abandono de armas, es preciso dejarlo claro. No fue una rendición, se trata de un acuerdo. Los acuerdos se hacen concretos a partir de la correlación de fuerzas que existen de ambos lados. Lo que conseguimos fue lo que la correlación de fuerzas nos permitía. Por eso me entristezco cuando veo a compañeros que se quejan diciendo que nos equivocamos, que fuimos ingenuos. Las armas fueron un elemento de presión en un momento en el que teníamos estructura militar, comandos, compañías, columnas, frentes, bloques. Pero cuando eso terminó, ¿qué haríamos con las armas? ¿Dejarlas guardadas para cuando la guerra recomenzara? Eso significaría no estar convencido de que el camino que hay que construir es el de la paz, por medio de la reconciliación. Para convencer a la gran mayoría de los colombianos a acompañarnos en ese proceso, además de obtener el apoyo activo de la comunidad internacional, teníamos que dar una fuerte garantía de que nuestra decisión era definitiva.
Opera Mundi: Ante esta situación actual, en la que el presidente Iván Duque ataca fundamentos del Acuerdo de Paz, ¿cree Ud. que la sociedad colombiana muestra resistencia efectiva contra esa política?
Londoño: Estamos haciendo ese trabajo. Incluso porque no hay otra opción. ¿Es una situación mala? Sí. Llegó un gobierno que es nuestro enemigo, o por lo menos su partido es nuestro enemigo, el partido que sostiene al presidente actual, denominado Centro Democrático. Desde el inicio declaró su oposición al acuerdo. Pero el presidente está obligado a gobernar con la Constitución en sus manos. Él es como un navegador que asume el control del barco y tiene que conducirlo de acuerdo con el movimiento de las aguas, no puede simplemente hacer lo que quiere. En ese sentido, creemos que el acuerdo está bastante blindado, comenzando por el hecho de que forma parte de la Constitución colombiana. Sus herramientas e instrumentos nos proporcionan seguridad. Crece un movimiento que se denomina Defendamos la Paz, que convence y congrega a más personas a cada día que pasa. Tenemos que aguantar en esa lucha hasta las elecciones de 2022, cuando tendremos la posibilidad de cambiar el gobierno. Tenemos que hacer mucho trabajo de toma de conciencia, puesto que hay muchos sectores de la sociedad que no conocen el contenido y los principios del Acuerdo de Paz, su potencial transformador. En estas semanas, vivimos una campaña electoral, podemos hacer ese trabajo y conseguir votos en favor de la paz.
Opera Mundi: Un grupo de dirigentes de las FARC, liderado por Iván Márquez, un excomandante de la guerrilla y jefe de la delegación en los diálogos de La Habana, anunció la vuelta a las armas. ¿Cuál es su evaluación sobre esa decisión?
Londoño: La rechazamos absolutamente y consideramos que es contraria a lo que está establecido en el acuerdo con el que nos comprometimos. Tengo vergüenza de su actitud, porque se trata de líderes que tuvieron un papel relevante en las negociaciones. Tenían conciencia de todos los riesgos que analizamos en las discusiones internas. Sabíamos que enfrentaríamos esta situación. Y no había como retroceder, ese era el camino, teníamos que seguir adelante. ¿Por qué deciden eso? Mi conclusión es que eso pasa por otro tipo de problema, que lo de argumentar el incumplimiento de los acuerdos es una disculpa. Pero dejando eso a un lado, lo demás es especulación. Vamos a dejar que el tiempo coloque las cosas en su debido lugar.
Opera Mundi: Una parte expresiva de los antiguos integrantes del Estado Mayor de las FARC comparecían ante un tribunal de la Justicia Especial para la Paz (JEP) para reconocer su responsabilidad en varios casos de secuestro. ¿Cuál es la importancia de ese gesto?
Londoño: La JEP forma parte de un sistema que no es fácil de construir. Fue difícil y complejo llegar a ese sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición, en donde la esencia es buscar la consolidación de la paz partiendo de un pilar fundamental: la verdad. A partir de ese punto, los participantes del acuerdo tienen que asumir la responsabilidad de hacer que se cumplan los compromisos por medio de una justicia reparadora, no punitiva. Nos comprometimos a decir la verdad, a contar lo que tuviéramos que contar, y a asumir la responsabilidad por los fenómenos más importantes del conflicto, como el secuestro, que es un fenómeno que la sociedad actual rechaza y del que somos acusados.
Opera Mundi: ¿Hacen Uds. alguna autocrítica sobre el hecho de haber utilizado el secuestro como instrumento político y financiero?
Londoño: ¡Claro! Eso ya se había evaluado en otras épocas. Durante las conversaciones con el gobierno de Belisario Betancur (1982-1986), dimos la orden de suspender los secuestros, pero la dinámica de la guerra nos llevó a volver a hacerlo para libertar presos y conseguir fondos en una situación militar muy difícil para nosotros. Jacobo Arenas era el principal cuestionador de esa práctica, considerándola antihumana y antiética, exigiendo que fuera tan solo una estrategia provisional. Ahora que hablamos con personas que sufren secuelas de los secuestros y que cuentan los efectos producidos, cómo las familias fueron destruidas, queda aún más claro que eso no debería haber sucedido y que en ese sentido debemos ser contundentemente autocríticos.
Opera Mundi: Parte de la estigmatización de las FARC está relacionada con el vínculo con el narcotráfico. ¿Cómo responde Ud. a esa acusación?
Londoño: El narcotráfico es un fenómeno presente en la sociedad colombiana y también estábamos en contacto con él. La utilización que hicimos de ese fenómeno obedeció a la lógica de nuestra relación con cualquier otra actividad empresarial en las regiones en las que actuábamos. En donde había ganadería, hablábamos con los ganaderos, para que nos financiaran. En donde había minería, hablábamos con las empresas mineras, en donde había café hablábamos con los productores y en donde estaba el narcotráfico procedíamos de la misma forma. Las FARC eran un ejército territorial, que cobraba impuestos de los ricos para financiar el esfuerzo de guerra. Nunca fue una conversación fácil, era una relación basada en fuerza militar, hasta que el narcotráfico decidió suspender el enfrentamiento con nosotros y pasó a darnos una contribución. Pasamos a tributarlos por todo: aeropuertos clandestinos, cantidad de kilos de cocaína que cargaban etc. Hubo compañeros que cambiaron de lado, porque el narcotráfico es una manera de ganar la vida. Es una forma de ver la vida completamente antagónica a la del revolucionario. Quien se deja llevar por eso se pierde como revolucionario.
Opera Mundi: ¿Y fue eso lo que sucedió con algunos de Uds.?
Londoño: Sí, con algunos. Pero si, como organización, fuéramos lo que se dice por ahí, que nos habíamos transformado en un cartel, habríamos desparecido, ni sería necesario haber negociación, habríamos dejado de existir como organización revolucionaria.
Opera Mundi: Las FARC eran una fuerza guerrillera importante y pasaron a ser un partido político nacional. ¿Cómo ve Ud. las perspectivas del partido político que crearon para suceder a la guerrilla?
Londoño: La situación inicial fue compleja, el ambiente era bastante hostil. Fracciones relevantes de las clases dominantes y de sus agentes políticos querían, y siguen queriendo, excluirnos de la vida institucional. Pero tenemos una serie de garantías hasta 2026, especialmente la cuota de cinco senadores y cinco diputados independientemente de resultados electorales. Las campañas son dificilísimas, no hay dinero para nada, al contrario de lo que sucede en los partidos conservadores, puesto que aquí en Colombia impera la financiación privada de los partidos y procesos electorales. También nos encontramos frente a un gobierno que busca boicotear a nuestro personal, utilizando incluso la reincorporación para intentar minar la dirección del partido FARC. En la guerra, además de esas maniobras, había la ofensiva bélica. Ahora ya no enfrentamos los tiros, pero la ofensiva ideológica de la derecha es todavía más fuerte.
Opera Mundi: En el período de la guerrilla, Uds. tenían como objetivo estratégico tomar el poder por medio de la lucha armada. ¿Cuál es el objetivo estratégico del partido FARC?
Londoño: El objetivo que establecimos desde Marquetalia, cuando hubo el bombardeo y comenzaron a constituirse las fuerzas armadas guerrilleras, era realmente en función de promover la transformación del país a partir de la llegada al poder. Se determinó una etapa de cincuenta años que alcanzó un callejón sin salida: el Estado no era capaz de destruirnos, pero nosotros tampoco teníamos como alcanzar el objetivo trazado. Conseguimos lo que conseguimos. El acuerdo que nos deja bien posicionados y con un capital político que debemos utilizar y multiplicar para intentar conquistar objetivos a largo plazo, al lado de todos los que sueñan con una Colombia más justa y más equitativa.
Opera Mundi: ¿Cómo evalúa Ud. la integración de las FARC en el ambiente de la izquierda institucional?
Londoño: Es difícil. Es una cuestión que yo no quería abordar para evitar heridas. Hay sectores que en el pasado imploraban nuestro apoyo pero que ahora nos tratan como si fuéramos leprosos. Como un pariente leproso que no quieren que se aproxime para no contagiarlos. Pero vamos a superar esa fase. Hay avances, alianzas y coaliciones siendo formadas, pero las elecciones regionales atizan la disputa del electorado y somos vistos, por algunos aliados progresistas, también como potenciales competidores por el mismo electorado. Vamos a esperar que esas elecciones pasen y que las aguas vuelvan a su cauce natural.
Opera Mundi: ¿Cuál es la propuesta política de Uds. para 2022, cuando Colombia tendrá una nueva elección presidencial? ¿Evalúan que tendrán un candidato propio o prefieren apoyar un nombre en alianza con otros partidos?
Londoño: Dejé clara mi posición en la última conferencia, que infelizmente no fue victoriosa, defendiendo que en aquellas primeras elecciones después del Acuerdo de Paz, no teníamos que presentar candidatos propios, porque radicalizaríamos la posición de las personas. Prácticamente me obligaron a ser candidato, fue una decisión de la dirección del partido. Colombia está en una etapa de transición, de cambios. Una candidatura de un extremo o del otro radicaliza, es algo que no necesitamos y ese camino no nos hace seguir adelante. Lo que precisamos es de un nombre capaz de conseguir consenso entre las corrientes progresistas y de atraer a todos los defensores del Acuerdo de Paz, que van más allá de las fuerzas de izquierda.
Opera Mundi: Cuando Ud. mira hacia el futuro, ¿cómo ve al partido FARC? ¿Existen las condiciones para que se transforme en un partido de masas?
Londoño: Al menos en algunas regiones yo lo veo como un partido con condiciones de crecer y hasta de gobernar, a largo plazo. Depende de nuestra estrategia, de planificación, si vamos acertar o no, incluso en la parte organizacional. La asamblea nacional que realizaremos en enero de 2020 será muy importante para que definamos una posición clara y colocar al partido como participante relevante de un bloque político y social que tenga en el Acuerdo de Paz la base de su programa.
Opera Mundi: ¿Uds. continúan siendo un partido socialista, revolucionario y leninista?
Londoño: Somos un partido que defiende el legado de Jacobo Arenas y de Manuel Marulanda. Y Ud. sabe que ellos eran marxistas.
Opera Mundi: ¿Piensan cambiar de nombre?
Londoño: Eso se definirá en la asamblea nacional. En nuestro primer congreso propuse ese cambio, pero fui derrotado, la democracia es así. Pesó el significado sentimental, simbólico. Pero ahora que comienza a existir un consenso, nuestros propios militantes ya dicen que es necesario cambiar el nombre para que no seamos confundidos con quien sigue creyendo en las armas y para ampliar nuestro diálogo con todos los sectores del pueblo colombiano.